La influenza aviar es una enfermedad de las aves causada por un virus de la familia
orthomyxoviridae, en la cual, al encontrarse dos cepas diferentes en una misma célula,
intercambian genes produciendo mutaciones que facilitarían su salto entre especies. El brote
actual corresponde al virus H5N1 o influenza aviar altamente patógena, que causa una
enfermedad grave y se propaga a través de las secreciones, alimento y agua, de aves migratorias a
aves de corral, momento que representa un riesgo de contagio para el ser humano.
La enfermedad puede ser rápidamente diseminada por las aves silvestres, por ejemplo, por la
golondrina chilena, un huésped natural, que vuela 200 km al día y recorre de Atacama a Los Lagos,
llegando a Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Brasil. Su alta patogenicidad también le da la
capacidad de ser letal, pero no todas las especies se ven afectadas, incluso, algunas son
asintomáticas. Los efectos sobre la industria avícola son complejos, la influenza aviar produce altos
índices de mortalidad y las medidas de contención implican cuarentena y sacrificio de todas las
aves y restricción del comercio internacional, acarreando importantes pérdidas económicas.
En humanos, se han detectado menos de 900 casos en el mundo y no se ha identificado contagio
entre personas, por lo cual el riesgo es bajo. Los síntomas, como los de cualquier gripe, van de
leves a severos, incluyendo fiebre, tos, dolores de garganta y musculares, neumonía, y otras
complicaciones graves. Las personas más expuestas son aquellas que se relacionan estrechamente
con las aves, sus secreciones nasales y heces, es decir, trabajadores avícolas y personas con aves
de traspatio, que tienen contacto con superficies contaminadas o que faenan y cocinan a sus
animales. Sin embargo, el virus no se transmite por el consumo de carne, por lo cual aquellas
tratadas de acuerdo con las medidas de bioseguridad del Reglamento Sanitario de los Alimentos
(cualquier producto del supermercado) son seguras para preparar.
Al ser transmitida por aves migratorias, evitar su expansión es complicado. Lo importante es la vigilancia y reporte; en los planteles avícolas ya se están tomando medidas y la autoridad sanitaria hace uso de la trazabilidad, cuarentenas y sacrificios para contenerla. Sin embargo, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) recomienda no tocar ni mover a aves enfermas o muertas, sino reportar a la oficina local. Cabe recordar que los dueños de aves deben prestar atención a síntomas como falta de apetito, descoordinación, plumaje erizado, respiración dificultosa, secreciones nasales, diarrea, baja producción o huevos deformes, hinchazón de cabeza, piel azulada, postración y muerte. También es importante cocinar bien la carne, el lavado constante de manos y evitar la contaminación cruzada.